Un noviembre triste, como Pernía, porque se suspendió el recital del 14 y no hay otros programados.
Acaso en alguna de las orgías que organiza el pianista, algún último borracho desentierre de la montaña de jovencitas indolentes, una guitarra y rasgue algún acorde menor mientras tararea un dolido "just a goigoló" dedicado al dueño de la maison, pero nada más hasta el doce de diciembre, ocasión del último recital. C'est la vie.
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